No lo niego, lo disfrute mucho.
Sí, estaba fundido por haber trabajado el sábado por la tarde. Y estaba un poco desanimado por que nuestro plan se había frustrado. El sábado nevó y la ruta dejó de ser la adecuada. Cambio de plan, mejor la circular de Hoyo de Manzanares. Veinte kilómetros de barro, nieve, agua, arroyos, charcas, bajadas y subidas.
Un par de ocasiones la rueda de mi bicicleta se quedó atrapada en el barro, pero en general se pedaleaba bien. Cruzar los ríos era lo más divertido. En uno de ellos paseaba una familia, los padres indicaban a sus hijos que no se mojaran que tuvieran cuidado con el río. Estaban en ello cuando, bum, Nestor y yo llegamos después de una bajada, nos hundimos más de media rueda, pies incluidos y seguimos, pero alcancé a ver la cara de los niños (jajaja). En otro arroyo mi rueda delantera se clavó y yo salí volando, fue divertidísimo.
Llegamos a casa rotos, sucios, empapados, sudados, manchas de barro en la cara, encantados. Encendimos la chimenea y descansamos bebiendo un té.
Un momento perfecto.
Nestor se escaqueó, no se quedó a comer. Setas y champiñones. Delicioso. Me quedé dormido. Por la tarde fuimos a un cumpleaños de un amigo de Tonatiuh.
Fue un rico domingo.
G
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