Estoy muy tentado a probar el correr descalzo. Ya les iré contando pero entre tanto les dejo el siguiente video.
http://www.youtube.com/watch?v=sxyFWQl8Fb0
Por otra parte, he tenido oportunidad de navegar en canoa por la marisma. Y he aquí una foto!!
Espero leerlos pronto. Un abrazo!!!
Galo
domingo, 24 de octubre de 2010
Nahualac

Esta vez me encuentro frente al teclado para decir que extraño trocitos de mi vida en México. Especialmente poder ir al Iztaccihuatl, montaña que siempre me ha parecido fuente de una entrañable energía maternal. Me acuerdo de la primera vez que subí con mi tío Armando. Subida por las rodillas bajada por Ayoloco. Me acuerdo de la circunvalación. Me acuerdo de la arista de la luz. De la rampa Oñate. Y por supuesto de los amigos con que he compartido esos senderos. Y también los que no eran senderos, como la épica búsqueda del refugio de Ayoloco saliendo desde San Rafael acompañados por una de las nevadas más copiosas que viví allí. Jajaja. No llegamos. Y por supuesto, Nahualac. Disfruté de muchas salidas en su búsqueda. Disfruté de largas charlas con mis amigos. El fuego cobijándonos, la luz titilando. Las sombras largas del bosque al atardecer. La nieve. El agua. Vivaqueando. Incluso acampando en el lecho de la laguna en la temporada seca. Gracias.
Un abrazo
miércoles, 6 de octubre de 2010
Anacos (Trocitos)
Mañana vamos a Madrid. Usualmente se trataría de un regreso pero ahora es una visita.
Hace mes y medio que dejamos Hoyo de Manzanares y desde entonces las Rías Baixas nos acogen. Para ir relatando lo que acontezca durante este año sabático he creado un nuevo blog (Anacos) al que por supuesto están invitados. Esto no quiere decir que deje de escribir en este punto de encuentro, todo lo contrario. Simplemente que trataré historias distintas en ambos sitios.
Me gustaría que continuáramos nutriendo este blog de grupo. Para mí es reconfortante la sensación de seguir haciendo cosas juntos.
Los quiero.
Hace mes y medio que dejamos Hoyo de Manzanares y desde entonces las Rías Baixas nos acogen. Para ir relatando lo que acontezca durante este año sabático he creado un nuevo blog (Anacos) al que por supuesto están invitados. Esto no quiere decir que deje de escribir en este punto de encuentro, todo lo contrario. Simplemente que trataré historias distintas en ambos sitios.
Me gustaría que continuáramos nutriendo este blog de grupo. Para mí es reconfortante la sensación de seguir haciendo cosas juntos.
Los quiero.
martes, 5 de octubre de 2010
Temporal de lluvia y viento
Durante toda la noche diluvió y con cada gota se gestaba un domingo de estar por casa. Despertando tarde. Incluso los pies se demoran en salir de cama. El desayuno, calentito. Afuera, una cortina de lluvia que se agita al azote del viento, todo visto desde la calma de mi ventana.
Pero el despertador sonó, Clint Mansell diluyó los trazos gruesos del domingo dibujado. Hubo que reescribir esa historia. Me lo pasé de maravilla.
No llevaba ni dos minutos montado en la bicicleta y ya estaba empapado de lluvia y charcos. Llegué más que puntual al cine de A Ramallosa, pero nadie de la peña ciclista acudía. Me adoptó otro grupo ciclista y partimos. También entre ellos faltaban muchos de los habituales. En total eramos cinco. El monte se desbordaba de agua y barro. En largos trechos más que pedalear navegabamos y alguno incluso encayó en una trampa de lodo. Cuando el viento nos daba de frente era agotador pero la mayor parte del recorrido pedaleabamos protegidos por el bosque. Agua ubicua con olor de tempestad inundándome de vida. El gris del cielo encendía los verdes intensos del follaje.
Treinta y cinco kilómetros después llegué a casa hambriento, cansado y escondido en una capa de barro homogénea. El temporal no cesó pero para mi fortuna la comida familiar no se había cancelado. Mmmm. Sabores gallegos en abundancia para un ciclista de montaña hambriento.
Sin duda un final feliz.
Abur
Pero el despertador sonó, Clint Mansell diluyó los trazos gruesos del domingo dibujado. Hubo que reescribir esa historia. Me lo pasé de maravilla.
No llevaba ni dos minutos montado en la bicicleta y ya estaba empapado de lluvia y charcos. Llegué más que puntual al cine de A Ramallosa, pero nadie de la peña ciclista acudía. Me adoptó otro grupo ciclista y partimos. También entre ellos faltaban muchos de los habituales. En total eramos cinco. El monte se desbordaba de agua y barro. En largos trechos más que pedalear navegabamos y alguno incluso encayó en una trampa de lodo. Cuando el viento nos daba de frente era agotador pero la mayor parte del recorrido pedaleabamos protegidos por el bosque. Agua ubicua con olor de tempestad inundándome de vida. El gris del cielo encendía los verdes intensos del follaje.
Treinta y cinco kilómetros después llegué a casa hambriento, cansado y escondido en una capa de barro homogénea. El temporal no cesó pero para mi fortuna la comida familiar no se había cancelado. Mmmm. Sabores gallegos en abundancia para un ciclista de montaña hambriento.
Sin duda un final feliz.
Abur
Suscribirse a:
Entradas (Atom)